sábado, 3 de julio de 2010

Nayra


La perra del vecino. Emocionalmente nos apropiamos de ella desde que la trajeron, sobre todo porque es la sucesora de otra similar que alguien robó cuando aún era cachorra.
Un día, ya adulta y cuando su dueño no estaba, Nayra saltó el alambrado de su casa y escapó. Ahí me dí cuenta el cariño que personalmente le tengo, más que nada por lo que significa para mi hija y porque en las mañanas estamos los tres solos: nosotros aquí y ella detrás del alambrado. Por eso decidí salir a buscarla por el barrio y los alrededores. Le pregunté a algunas personas pero no conseguí dar con su rastro.
Pasaron diez días hasta que llamaron al dueño para avisarle que la habían encontrado en un country de la ciudad, cuando ya la creíamos en un nuevo hogar. Al principio estaba desorientada pero con el paso de los días nos reconoció y aceptó nuevamente.

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